Comite Anticorrupcion de Carabayllo

jueves, 24 de mayo de 2012

JUEGOS DE GUERRA

El mar de Grau dejó por unos días su nombre original para convertirse en el mar de Pisac, un país que en 1920 se dividió en Inti, al norte, y Killa, al sur, cada uno con regímenes políticos distintos. Aprovechando el desgobierno de la frontera marítima, ha nacido el grupo paramilitar Propisac, que aprovecha para traficar con armas, contrabando y secuestrar naves.
Para agravar la situación, en la capital de Killa (San Risco) se produjo un terremoto de 8.5 en la escala de Richter y se necesita que llegue con urgencia la ayuda humanitaria. Las Naciones Universales –una suerte de ONU– deciden enviar a las fuerzas multinacionales a controlar el orden en el mar para proteger a las embarcaciones mercantes y mantener la paz en la zona. Esa es la misión de la "fuerza azul" y ese el teatro de guerra que se ha creado para el ejercicio naval Unitas 2012, que se desarrolló en el litoral peruano hace unos días y contó con la participación de embarcaciones navales de Perú, Chile, Colombia, Estados Unidos y México.

Fase escenario
En la bahía de Pisco, el lunes 21, se inició la segunda fase de las actividades de Unitas en altamar. Con la "fase escenario" vino lo más complicado del ejercicio naval: a cada embarcación de la fuerza internacional se le asignó imponer el orden en una grilla, que son cuadrantes marítimos de 20 por 20 millas.
A la fragata misilera "Quiñones" le tocó compartir faenas con la patrullera oceánica chilena "Comandante Toro"; mientras en otro par de grillas, el BAP "Mariátegui" coordinaba con el mexicano "Durango", y una tercera zona era vigilada por el "Underwood" norteamericano con el colombiano "Valle del Cauca".
Desde el Callao, el árbitro de las operaciones se encargaba de ponerle el "escenario de crisis" a cualquier hora del día o la noche con un "ejército naranja", simulado por una fragata, dos corbetas, dos submarinos y un buque de desembarco peruanos. Las seis naves de la fuerza multinacional debían ver la mejor resolución frente a problemas como contrabando, piratería y tráfico de personas.
Al interior de cada nave se motivaba a oficiales y tripulación para dar lo mejor de sí en el ejercicio naval. En los pasillos del BAP "Quiñones", por ejemplo, cada día se renovaban los lemas: "Motivados de hacer bien las cosas / marcando la diferencia", decía un día; "No pidamos tranquilidad a Dios cuando nos hacemos a la mar, pidámosle ser fuertes", se leía al día siguiente.

Adrenalina
Si los "ojos" de una fragata misilera como la "Quiñones" son el puente comando, donde trabajan los encargados de radio, telégrafo, timonel, bitácora, vigías, junto al comandante de la nave, el "cerebro" es el Centro de Operaciones de Combate o C.O.C. Ahí se vive buena parte de la adrenalina de los ejercicios navales de Unitas. "El C.O.C. puede vivir cierta adrenalina en determinados momentos del ejercicio, pero cuando se tiene que hacer una operación anfibia, esa adrenalina se pasa al lugar donde se hará el desembarco. Y luego, en una interdicción marítima –o MIO–, esa adrenalina va a los FOES", dijo Luis Polar, primer comandante del "Quiñones".
Lo que se trata es de tener el mayor entrenamiento posible. De un momento a otro, los sacudones que parecían tirar a uno del camarote hablaban de cambios de velocidad, de rumbos, de acelerar de turbinas y motores. O bastaba que el parlante bote la orden "zafarrancho para intervención marítima", para que el pelotón de los FOES se aliste velozmente para desembarcar en alguna embarcación sospechosa o "no cooperante".
La teniente segundo María Belén Canales fue uno de los oficiales que comandó el C.O.C. durante Unitas 2012. Su misión fue patrullar e identificar a todos los "contactos" que aparecían en su tablero de mando. Descartar, por ejemplo, unidades cooperantes o no cooperantes; y continuar buscando embarcaciones sospechosas. Toda la situación táctica se informaba al comandante de guerra, que autorizaba qué medidas tomar.
Ante las situaciones de combate, el capitán de corbeta Luis Tragodara, jefe de armamento del "Quiñones", se sentaba en la mesa del C.O.C. junto al primer comandante Polar y al jefe de operaciones para determinar si ameritaba el uso de armas para amedrentar a los presuntos paramilitares de Propisac, proteger el tráfico mercante y recuperar naves secuestradas por piratas.
En otras ocasiones, una de las embarcaciones detectaba un submarino que abastecía de armamento y drogas, y las seis naves debían trabajar en conjunto formando una cortina antisubmarina, mientras por los aires los helicópteros volaban de un buque a otro intercambiando información con el resto de unidades multinacionales.
"Parece algo sencillo, pero todo es complejo, todo es con base en comunicaciones, detección de contactos, tener el control de la situación que se desarrolla para cumplir con los objetivos que nos exige el desarrollo de esas eventualidades", explicó Tragodara.


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